lunes, 28 de septiembre de 2009

Julia Otero versus Estibaliz Gabilondo

La televisión es una ventana con vistas a un mundo de mentes básicas. Es poco común asomarse y oír una voz lúcida. Pero el milagro es posible. No sé qué tiene Julia Otero, pero la encuentro una mujer hermosa y adorable. No la escucho por radio, ya que sólo los currantes escuchan la radio. En la tele solía tener un programa con niños, y para mí los niños es como si no existieran. Pero cada vez que un zapping azaroso la hace aparecer me pone que no veas. Ayer vi un extracto de una entrevista que le hicieron en Buenafuente. Julia afirmaba que en su trabajo de comunicadora todos los días había que morderse la lengua. Y Andreu: que no, que yo no me callo nada. Y ella: que sí, y tanto que te callas unas cuantas cosas. Frente a la autocomplacencia ética e ingenua de Buenafuente, la inteligencia de una mujer capaz de reconocer las cosas como son. De decir algo verdadero. Dijo Julia Otero: «La verdad es asocial. Imposible para la convivencia. Con la verdad por delante se hunde el mundo».

Julia Otero.

Julia Otero.

Me quedé boquiabierto, a punto de meterme en la pantalla para besarla. La verdad es asocial, ya me habría gustado a mí alcanzar esa síntesis aplastante y reveladora. Cuando me decidí a crear un blog lo hice pensando en que Internet es el único espacio en que todavía puedes decir lo que no puede ser dicho. Aquello que haría que el mundo se hundiera si fuese dicho en los medios por una voz relevante y responsable. Con la verdad por delante no quedaría una sola persona que nos sonriera o saludara. La libertad de expresión es un mito pueril.

El mundo necesita el disfraz del eufemismo. La sinceridad puede ser de una pornografía insoportable. Podríamos pasarnos noches enteras, Julia y yo, hablando de esto. La única verdad es que no puede decirse la verdad. Lo he oído por la tele, aunque parezca mentira. No lo dijo Beatriz Montañez, no lo dijo Estíbaliz Gabilondo. Lo dijo una señora que le da mil vueltas a esas niñatas de manual. Una voz lúcida, auténtica. Y por si fuera poco, una voz de locutora. No me digan que no es un milagro.

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